Nos tocó madrugar, y mucho, este martes. A las 4:30 de la madrugada ya íbamos de camino a la Collada de Toses (Girona) a ver qué se movía por esa parte del Pirineo catalán. Tengo que darle la razón a mi familia cuando me dicen que no estamos bien de la cabeza con esos madrugones "pa 4 pájaros". Ya hacía dos años que no subía por allí en primavera, y aunque algo pronto, decidí que ya era hora de dejarse caer por allí. Ya me advirtieron mis compañeros de Parus que todavía hay paso migratorio y que no han llegado todas las aves que suelen verse por esas alturas, así que ya íba mentalizado de que las capturas íban a ser muy escasas.
Nada más llegar a la zona y bajarnos del coche, nos dimos con el primer contratiempo del día. Un frío que pela. Pensábamos que como las predicciones anunciaban sol, estaríamos bien, y lo estuvimos, pero casi al mediodía, por la mañana temprano costaba hasta articular palabra. Los cinco que subimos a hacer esta locura nos dividimos, unos a montar redes y otros cepos.
Las redes, a media mañana ya no eran casi operativas, porque se levantó un viento bastante molesto que las hacía muy visibles, y los cepos, super efectivos otros años, no cogían apenas nada. Resultado, sólo 13 pájaros anillados. Eso sí, tuve todo el tiempo del mundo para hacer fotos de mariposas, lagartijas, paisajes, flores y todo lo que me rodeaba para matar el tiempo entre vuelta y vuelta a las redes y los cepos.
Nos amenizaron la espera los rebecos que se dejaban ver de vez en cuando, un zorro que salió disparado al verse sorprendido por nuestra presencia, y numerosas marmotas que sólo se atrevían a sacar la cabeza de sus madrigueras para ver qué hacíamos allí.
Desconfiada y precavida, la marmota salió de su escondite muy poquitas veces. Foto Cisco P.
Vista del Pirineo desde la zona de anillamiento
Las redes, a media mañana ya no eran casi operativas, porque se levantó un viento bastante molesto que las hacía muy visibles, y los cepos, super efectivos otros años, no cogían apenas nada. Resultado, sólo 13 pájaros anillados. Eso sí, tuve todo el tiempo del mundo para hacer fotos de mariposas, lagartijas, paisajes, flores y todo lo que me rodeaba para matar el tiempo entre vuelta y vuelta a las redes y los cepos.
Nos amenizaron la espera los rebecos que se dejaban ver de vez en cuando, un zorro que salió disparado al verse sorprendido por nuestra presencia, y numerosas marmotas que sólo se atrevían a sacar la cabeza de sus madrigueras para ver qué hacíamos allí.
Desconfiada y precavida, la marmota salió de su escondite muy poquitas veces. Foto Cisco P.
Precioso ejemplar de macho de Alcaudón dorsirrojo
Escribano cerillo
La idea era quedarnos todo el día allí y regresar sobre las 19'00, pero unas nubes que aparecieron rápidamente por allí, nos hicieron cambiar de idea y recoger rápidamente el tinglado. Ya tuve una mala experiencia otro año con los cambios de tiempo repentinos y no quería arriesgarme de nuevo.
Al final, la jornada acabó con 13 aves anilladas, de 7 especies diferentes:
2 Pinzón común (fringilla coelebs)
3 Collalba gris (oenanthe oenanthe)
1 Reyezuelo sencillo (Regulus regulus)
2 Carboneros garrapinos (Periparus ater)
3 alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio)
1 Escribano cerillo (Emberiza citrinella)
1 Acentor común (Prunella modularis)
Este panorama nos dió mala espina...
Hemos realizado esta jornada Jorge de Pedro, Fermín Rodriguez, Manuel Flores, Cisco Piñero y yo.
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